En el cuerpo humano, la piel, órgano dinámico constantemente cambiante, es un elemento fundamental para su funcionamiento. Actúa como defensa, como elemento de protección y como regulación de las condiciones ajenas a él.

Al igual que en el cuerpo humano, en la arquitectura, los edificios cuentan con su propia piel, la envolvente, no obstante, ¿es un elemento dinámico constantemente cambiante como es la piel humana? Si no es así, ¿es posible que desenvuelva todas esas funciones tratándose de un elemento pasivo?

Durante gran parte de la historia de la arquitectura, se diseñaron interesantes fachadas a través de elementos de ornamentación, del uso de la materialidad y de la geometría. Desde los frisos pintados en el Partenón hasta las fachadas de vidrio de los modernos rascacielos, la arquitectura ha sido principalmente estática, cambiando sólo al entrar en contacto el entorno con los materiales, a través de la lluvia, el óxido, la lúz...

A medida que la tecnología ha ido progresando y las fachadas han ido sufriendo importantes transformaciones, se han podido desarrollar fachadas que no sólo se exponen a estos fenómenos, sino que reaccionan a los distintos estímulos ambientales.

Las fachadas cinéticas o fachadas móviles surgen como solución a estas cuestiones. Las fachadas cinéticas son aquellas que cambian dinámicamente en vez de ser estáticas o fijas, permitiendo que el movimiento ocurra en la superficie de un edificio y desechando la idea de envolvente como un mero contenedor.

Una fachada cinética se puede utilizar para realizar juegos de luz, para manejar el aire, la energía e incluso la información que se da del propio edificio. Este tipo de fachada se puede emplear para reducir la ganancia solar, así como para permitir el acceso de aire al edificio mejorando las condiciones de confort.

Todas estas soluciones a los distintos factores climáticos, debido al avance de la tecnología, pueden programarse para contestar de forma autónoma a estas condiciones y pueden afectar a una parte de la piel del edificio o como un todo, según la idea teórica y las condiciones del medio.

La naturaleza dinámica de tales fachadas requiere que el proceso de diseño sea interactivo, evaluando numerosos diseños y parámetros funcionales para llegar a soluciones óptimas.

Aunque las fachadas cinéticas son obviamente un fenómeno reciente, sus formas físicas y funcionales ya son bastante amplias y variadas. Desde módulos triangulares hasta sombrillas gigantes, y desde tejas de aluminio hasta animaciones proyectadas. Cada diseño tiene un propósito único y, por lo tanto, una forma única.

Así, las fachadas cinéticas se están convirtiendo en una herramienta muy poderosa para abordar los problemas antiguos de la arquitectura (belleza, sostenibilidad, comodidad) de una manera audaz, innovadora y conducida por la tecnología.